Vaya por delante que la
pasada edición del Concurso de grupos del Festival de Getxo ha sido -y hablo
desde la dilatada experiencia de más de 20 años participando en las labores del
jurado de pre selección- una de las más interesantes de los últimos tiempos.
Los cuatro grupos participantes mostraron méritos más que suficientes para
estar donde estaban y, desde luego, no vinieron a pasar unos días de
vacaciones. En ese contexto, ganar el primer premio supone un logro muy
especial. Y estos tres jóvenes alemanes no es la primera vez que lo consiguen:
en 2015 se hicieron igualmente con otro prestigioso certamen europeo: el
Europäischer Jazzpreis. La razón de su éxito estriba para mí en que su
propuesta musical incorpora un plus de riesgo y la defienden con convicción y
grandes dosis de energía. Malstrom tiene algo especial que les hace diferentes
a los demás, concretado en un sonido global propio y un territorio musical
caracterizado por lo inesperado y por una estrecha conexión con la estética de
su tiempo.