En
cierto modo, todos provenimos de un mismo sitio, de una misma raíz común, para
luego desperdigarnos y buscar el contacto con otros seres, con otros lugares,
con nuevos sonidos y experiencias que moldearán nuestras vidas, en un proceso
que nunca se detiene. Encontramos lenguas, ropajes y culturas diferentes en
otras tierras que nos parecen extrañas y que, sin embargo, cuando las
experimentamos y asimilamos en su intimidad se entremezclan con nuestras
propias vivencias y recuerdos hasta hacernos preguntarnos si los hemos vivido
anteriormente. Es como si nos en ese constante intento de alejarnos de nuestra
esencia nos acercáramos más a ella. En definitiva, el viaje es lo que
verdaderamente importa. Como el que plantea el pianista Adrián Royo.
Adrián Royo
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