En algún lugar brumoso entre Keith Jarrett y Chano Domínguez, dos universos a priori que poco o nada tienen que ver entre sí. Son sólo 2 referencias vagas para situar el pianismo de Jerónimo Martín, poético, e intrigante, pero inexactas para describir su capacidad expresiva con un pie aferrado a la armonía y el otro en constante libertad.: la improvisación como arma de belleza en un diálogo que deviene siempre cambiante, como un estado de ánimo…
Su primera grabación anticipaba en formato de trío las virtudes que ahora se
manifiestan en sextetocon nítida caligrafía: una sobria elegancia en la puesta en escena, un equilibrio interesante entre dudas y certezas… y, sin duda, algo parecido a la melancolía, que hilvanaba e hilvana el discurso musical, como un estado de ánimo.