Raúl Sainz de Rozas pertenece a ese género de músicos que poseen una capacidad creativa inagotable y la cualidad de lo imprevisible, a medio camino de la ortodoxia y del eclecticismo. Un creador poliédrico que ha sabido nutrirse de múltiples influencias y sensibilidades a lo largo de su ya dilatada carrera hasta llegar a este su último trabajo “Nine, Nine, Nine”. Un disco que cuenta con la colaboración de Alberto Rodriguez (mandolina e ingeniero de sonido), Andrej Olejniczak (saxo), Juan Luis Castaño (batería), Javier Mayor (contrabajo), César Giner (bajo eléctrico) y Nika Bitchiashvili (Violín) y que pone de manifiesto lo atemporal de las composiciones del guitarrista bilbaíno.
Pasajes en solitario con guitarra acústica y reminiscencias clásicas en la exquisita “Diciembre” se alternan con composiciones como “Mic Mic” y “Olga decir”, piezas que junto a “Paisaje con lluvia”, ya fueron previamente registradas con su proyecto Organizing y que ahora, adquieren una nueva dimensión bajo la sonoridad del jazz contemporáneo y los ecos de John Scofield, Jaco Pastorius o Pat Metheny. Raúl Sainz homenajea a sus ídolos de jazz clásico en “Variaciones sobre Alice in Wonderland” para rendir tributo a otro de sus maestros, Joe Pass en “Lord Castle” junto a Juan Luis Castaño en la bateria y Javier Mayor al contrabajo. Falling Grace de Steve Swalow, es revisitada en solitario por Raúl en todo un ejercicio de reconocimiento a los nuevos guitarristas. “Samba do Lidia” evidencia la huella dejada por La Bossa en el imaginario creativo del guitarrista, mientras que “Nine, Nine, Nine” es el espacio perfecto de libre improvisación de tres músicos en la búsqueda del momento como forma de expresión. “Vals de las Nubes Calladas” abre nuevas puertas sonoras a partir de Granados o Albeniz para acercarnos a “Al Faro” transitando por el manouche y evidenciando la admiración temprana de Raúl por Django Reinhardt.
“Nine, Nine, Nine” es un trabajo de estética jazz, ecléctico y versátil donde cohabitan múltiples colores y texturas facturadas desde el virtuosismo y la sabiduría de un guitarrista como Raúl Sainz de Rozas. Un artista en busca de lo sublime con modos y formas propios bajo el influjo de los músicos y de todas aquellas músicas que le precedieron.
