Lorenzo Thompson ( Chicago) es pura garra y entrega. Su voz llena todos los huecos que pueda haber en cualquier habitación. Canta en la furgoneta de gira, canta cuando come y seguro que en sus sueños también. Pero cuando sube al escenario, esa voz se apodera del corazón de toda la audiencia, y Lorenzo se vuelve grande, se convierte en un showman impecable, de esos que nos gusta ver incluso a los puristas.
El guitarrista porteño José Luis Pardo coincidió con Lorenzo en los noventa en su Buenos Aires querida. En aquella ocasión Pardo abrió un show para Thompson, en el Blues Special Club en La Boca siendo apenas un adolescente y dando sus primeros manotazos en el Blues.
Muchos años y shuffles después, a fines de Septiembre de 2010, Lorenzo y JLP junto al armonicista español Quique Gómez se embarcarían en una maratónica gira por el estado español. Así, pasaron por diferentes festivales perninsulares terminando su aventura en el Festival de Blues de Palma de Mallorca.
Es ahí donde la tríada Thompson-Pardo-Gómez se junta con Jordi Alvarez y sus Big Yuyu, una impecable banda de Mallorca con quien Pardo ha compartido risas, prisas y muchos shows. La idea surge natural e instantáneamente de parte de todos a la misma vez: “ Grabemos!!”.
En el incomparable marco de la campestre Maria de la Salut, que recuerda más a los campos del Mississippi que a la turística y abarrotada Mallorca, la banda se mete en el estudio Sa Grava, de Jordi Alvarez para registrar 13 temas de los cuales quedarían 11, acompañados por Juan Amaro en el bajo y Pep Lluis García a la batería y contando con la producción de la agencia Blues “R” Us.
El trabajo es difícil pero placentero. Lorenzo está cansado y además es final de gira, pero eso no lo detiene, lo da todo., nació para cantar y entretener y lo sabe. Tiene la misma sonrisa del primer día, y ya se sabe varios tacos en español. Mercé Serra lo mima con gigantes tazas de té.
La banda es experimentada, y está contenta. Después de una larga sesión cae la energía, pero no el entusiasmo. Lorenzo descansa mientras el quinteto termina las bases. Él terminará el asunto al día siguiente.
El repertorio es clásico, pero suena renovado y fresco. Quizás eso se debe a que esto sea un verdadero “amistoso internacional”, diferentes pasaportes con un sello en común: BLUES.
Abre el disco “I want to be loved” de Muddy Waters, con un trabajo excepcional de armónica de Quique Gómez”. Le sigue el hipnótico “Do the do” del lobo aullante Chester Burnett.
Lorenzo pide grabar ese tema, le gusta, canta y baila, está hablando de una mujer. “ No has visto nada hasta que lo hayas visto hacer el Do the Do” Por sus gestos al cantarlo, la banda entiende perfectamente de qué está hablando.
Se registran “Evil”, “Killing Floor” y varios clásicos más con un trabajo elegante de toda la banda sonando prolija y pareja sin perder ese toque de “grasa” que todo disco de Blues necesita.
“Phone Booth” de Robert Cray es, acaso, la única desviación del Blues de Chicago, aunque paradójicamente es una verdadera historia de Blues en la Ciudad del Viento,
“Soy nuevo en Chicago y no tengo nadie más a quien llamar” aúlla Thompson
En ésta, se suceden los solos de Jordi Alvarez y Pardo con madurez y convicción, como a lo largo de todo el disco.
El disco cierra con una gran versión en acústico del “Blow Wind Blow” que complementa la parte acústica con la de “Come on in my Kitchen” del gran Robert Johnson.
El nombre del disco sale pronto: “Do the siesta”, algo “typical spanish”, que Lorenzo asimila fácil y aprovecha cualquier momento para practicar.
Vueltas de la vida y de la música, el pueblo de María de la Salut ha sido testigo del nacimiento de un disco de incalculable valor entre un americano, un argentino y cuatro españoles. Té, ensaimada y Blues para todo el mundo.